viernes, 29 de noviembre de 2013

Mafias de avasalladores, a la conquista del oriente

Rafael López

DIPUTADO NACIONAL

Desde hace muchos años, pero sobre todo desde la llegada del MAS al poder, los avasallamientos de las tierras productivas del oriente boliviano se han vuelto cada vez más recurrentes y peligrosos. Para entender los pormenores de la hoy denominada ‘lacra de la era moderna’, es necesario transportarnos a los hechos históricos que desencadenaron el acarreo de gente a estas zonas.

La problemática del asentamiento de colonos data desde la década del ‘50, cuando con la reforma agraria se abrió una ventana para que las familias indígenas del occidente puedan dejar sus áridos pueblos ancestrales y trasladarse a los fértiles llanos del trópico, oriente y la Amazonía.

La revolución boliviana de 1952 fue un momento crucial en la historia del país. La agitación revolucionaria en el campo dio lugar a una de las reformas agrarias más drásticas de América Latina. Marcó el inicio de una era de profundas transformaciones en el tema agrario a lo largo de las décadas del 60 y 70. El campesinado logró sus reivindicaciones derrocando el sistema tradicional del cacicazgo.

Desde entonces, en Bolivia el asunto de la tierra se centró en la discusión política como en ningún otro país, ya que esta problemática se articuló con las demandas étnicas de territorios indígenas, la toma de parques nacionales protegidos y los avasallamientos de terrenos productivos que tenían legítimos propietarios.

So pretexto de ‘reforma agraria’ y de pobreza rural persistente, miles de campesinos llegaron hasta el oriente y se posicionaron en predios, crearon fundos y se inventó la palabra de tierra fiscal.

Si bien la esencia de la revolución de 1952 tenía como principio combatir el latifundio improductivo y promover una estrategia de desarrollo que sea capaz de ocuparse de los más pobres y desprotegidos, muchos vivillos, vividores y malintencionados dirigentes políticos e indígenas, aprovecharon este justo movimiento popular para tomar por la fuerza lo que no les pertenecía y sacar réditos favorables a sus propios intereses.
Desde esta era, ya se comenzaron a armar mafias organizadas con la intención de ‘conquistar el oriente’. Esta ola de colonización espontánea llegó a ser dominante.

Sin embargo, la ‘conquista del oriente’ consolidó dos estructuras productivas que correspondían a dos formas de propiedad de la tierra. En los andes occidentales, la producción de la familia siguió ligada a la propiedad de escasa superficie de tierra bajo la tutela organizativa de las comunidades indígenas, mientras que en los llanos del oriente las agro-empresas experimentaron una rápida expansión, concentrando la mayoría de la tierra del país apta para las cosechas, el pastoreo y el manejo forestal. Desde entonces, estos dos modelos extremos se han dado la espalda el uno al otro, coexistiendo sin llegar a interactuar, por lo que la Reforma

Agraria boliviana fracasó en alcanzar su objetivo de reducir la pobreza rural, y más bien incentivó a la toma de propiedades consolidadas en la producción.

Ahora en nuestros tiempos, los alarmantes casos de avasallamientos están más y mejor organizados que antes. Y esta vez no existe la excusa de ‘colonización’ o ‘Reforma Agraria’, sencillamente son tomas ilegales que tienen la venia del gobierno indígena de turno.

El temor de la mayoría de los empresarios y vivientes del oriente boliviano cuando Evo Morales llegó al poder en el 2005, se ha vuelto una realidad palpable y latente. Mafias organizadas, con planos digitales, aparatos de GPS, fotografías, dimensiones y especificaciones, toman ilegalmente las tierras cultivadas de Santa Cruz, sin que ninguna autoridad haga algo al respecto para frenarlo. Es más, siendo que existen muchísimas órdenes judiciales de desalojo, la policía no actúa porque no recibe la orden del Ministerio de Gobierno para su ejecución.

 Como ejemplos de estos casos de tomas digitadas por autoridades están los de las zonas de 4 Cañadas, Limoncitos, La Campana, El Tinto, Los Reyes y Río Verde, etc. En Santa Cruz, son 82 los predios productivos tomados actualmente.

El director del INRA, Jorge Gómez Chumacero, está denunciado ante el Ministerio Anticorrupción por uso indebido de influencias e incumplimiento de deberes. Los inspectores técnicos del INRA están imputados por fraguar informes. El comandante departamental de la Policía está denunciado por no ejecutar órdenes de desalojo. El Ministerio de Gobierno está en el ojo de la tormenta por las cientos de denuncias de tomas, robos y destrozos en los predios, y esta repartición del Estado se hace de la vista gorda.

Lo mismo sucede con el Viceministerio de Tierras, que está acusado de dirigir a grupos de gente para tomar zonas productivas que extrañamente en menos de un mes el INRA las convierte en fiscales.

Abogados como Mary Peredo y Jimmy Montaño coinciden en señalar la existencia de mafias manejadas por un ‘capo di tutti capi’ que ya tienen identificado. Lo mismo señalan los presidentes de la CAO y Anapo, Julio Roda y Demetrio Pérez, quienes no se cansan de afirmar que existen seis bandas organizadas que son las encargadas de llevar adelante la ‘conquista del oriente’ en tiempos modernos.

Pero cómo actúan estas mafias organizadas. En una breve explicación de los entendidos, sostienen que desde ‘arriba’ reciben la orden de atacar un predio específico. De entrada, el INRA recorta la mitad de la propiedad para saneamiento a los legítimos dueños. La otra mitad que queda para el agricultor es avasallada; entonces el productor tiene que dejar de lidiar con el INRA para pelear con los ‘sin tierra’, que son los mismos de siempre que van de predio en predio tomando las zonas y fundando comunidades inexistentes, ficticias e ilegales, con cerca de 100 personas que son pagadas para hacer esta chicanería.

Al menos esto es lo que ha pasado en las colonias menonitas de El Tinto, Los Reyes y Río Verde, que han sido tomadas por más de un centenar de personas que han llegado del interior para posesionarse en estos predios productivos de manera ilegal y delincuencial, bajo la complicidad de funcionarios del INRA con los avasalladores, porque declararon que estas tierras eran fiscales, siendo que un mes atrás tenían legítimos dueños.

Las comunidades creadas por los avasalladores han sido la 31 de Octubre, Guayacán y El Trébol, que no tienen ni personería y no cumplen con la reglamentación.

Asimismo, otro alarmante caso de avasallamiento de tierras fue denunciado por productores agrícolas del municipio de Cuatro Cañadas por grupos inescrupulosos que estarían incitando a la toma de predios en la región.

Con frases como “queremos recuperar nuestras tierras como bolivianos” o “vamos a solicitar la segunda reforma agraria para el oriente”, los comunarios han tomado estas tierras izando la whipala.

En el caso de Los Limoncitos, donde los avasalladores fueron desalojados a la fuerza, la situación es distinta, porque en este sector los grandes productores se organizaron y ante el escándalo público las autoridades tuvieron que actuar por obligación. Sin embargo, en las otras zonas que pertenecen a los menonitas o a grupos que no ostentan poder, la figura no es la misma, porque aquí los avasalladores hacen y deshacen sin que nadie defienda a los avasallados, que además son agredidos por estos colonos.

Las mafias de ‘toma-tierras’ son reales y están en plena operación. Sólo la unidad de la masa productiva y las verdaderas comunidades asentadas en las zonas podrá frenar esta lacra, que cada vez está más cerca de lograr su tan codiciada ‘conquista del oriente’.

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