Ismael Schabib Montero
VICEALMIRANTE DE
LA REPUBLICA DE BOLIVIA

Comparando con nuestro país, el Líbano presenta
una extensión
territorial
de 10.452 km2, es decir, una sexta parte del territorio pandino, con una
población de unos 4,5 millones de habitantes; la mayor parte vive en la zona costera del Mediterráneo.
Beirut, la capital, tiene alrededor de 2 millones de habitantes, casi la mitad
de la población total. La densidad demográfica del país es mayor a los 430
habitantes por kilómetro cuadrado.
Una de las conclusiones a priori que se puede sacar es
que viven apretujadas personas separadas por la religión y la política. Por lo
que se ve en Irak, donde se matan chiitas y sunitas, no se puede asegurar si
entre chiitas y sunitas se odian más o entre cristianos y musulmanes, como
ocurre en Egipto. En estas latitudes sabemos que los gobiernos islámicos son
teocráticos y los gobiernos cristianos laicos. Que en los pueblos islámicos hay
fundamentalistas y laicos, pero incluso en estos últimos el Corán es mucho más
que el corazón de la doctrina religiosa, es una norma de vida y política. En
las sociedades cristianas no. Sabemos que las diferencias entre chiitas y los
sunitas es por la interpretación del
Corán en lo religioso, político y social.
Pero ahí no termina el problema, ahí se origina la
cadena; muchos libaneses preferirían no vivir bajo la influencia de ningún otro
país, pero los chiitas del Líbano son solidarios con los Chiitas de Siria, de
Iran (Persia) y el grupo terrorista Hezbollah y los sunitas con los Iraquíes
sunitas, y el grupo terrorista Al Qaeda;
como si esto no fuera suficiente se
supone que los cristianos le otorgan un trato igualitario a las mujeres y los
musulmanes no. Aparte de ese coctel
explosivo, sus relaciones con Israel y los intereses de ambos países suelen
colisionar, además de que facciones fundamentalista usan el territorio del Líbano
para atacar a Israel con fatales y letales represalias, todavía más.
Sin embargo de todo aquello, en algunas
“primaveras”, especialmente en el factor económico, el Líbano ha lucido como la Suiza del medio
Oriente ¿Cómo sería el Líbano si las pasiones que desatan esos sentimientos
menguaran? Sería un pequeño gran país
desarrollado; sería tan bello como el legendario “cedro”, su símbolo milenario.
Mientas tanto ¡Pobre Líbano!
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