Diputado
La ONG Transparencia Internacional, TI, reveló en
su último informe sobre el Índice de Percepción de Corrupción la dramática
situación que atraviesa Bolivia en torno a esta lacra que está arraigada en todos
los estrados gubernamentales del país.
El reciente estudio ubica a Bolivia en el puesto
106, de 177 países, en el Índice de Percepción de la Corrupción 2013, lo que
indica un grave problema de corrupción que se acentuó en la presente gestión
del Movimiento al Socialismo, MAS, ya que en vez de bajar los niveles de
corrupción, más bien se elevaron en torno al 2012, cuando el país calificó en
el puesto 105.
"El Índice de Percepción de la Corrupción
demuestra que todos los países se enfrentan todavía a la amenaza de corrupción
en todos los niveles de gobierno, desde la concesión de permisos locales hasta
la implementación de normas y reglamentaciones", refiere en su comunicado
la presidenta de TI, Huguette Labelle.
En Sudamérica, Venezuela sigue siendo uno de los
países donde más se percibe la corrupción (puesto número 160 de 177), seguido
por Paraguay (150). En el otro extremo, Uruguay (19) es, junto con Chile (22),
uno de los países latinoamericanos con mejor nota.
Con respecto a Brasil, una de las potencias
económicas de la región, el director para las Américas de TI, Alejandro Salas,
tilda de mala noticia su "estancamiento" en el CPI, pese a que confía
en un próximo repunte de la mano de la implementación de leyes como la de ficha
limpia y la de acceso a la información pública, y como reacción a las protestas
sociales.
Las cifras en el cierre de este año son por demás
alarmantes para Bolivia. Pese a que el presidente Evo Morales, en cada mitin o
conferencia de prensa habla sobre la lucha contra la corrupción en su gobierno,
las cifras demuestran todo lo contrario. El año pasado, Bolivia ocupó el puesto
105; y el 2011 se ubicó 13 peldaños menos, de los 183 estudiados, lo que
significa que cada vez estamos peor.
El Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) mide
percepciones de corrupción en el sector público y político en base a datos e
informes de más de una decena de instituciones de prestigio. En este saco han
caído los poderes del Gobierno y más propiamente el de Justicia, que este 2013
ha sido uno de los más golpeados y corruptos, tras demostrarse -con la caída de
las cabezas de la red de extorsión-, que existe injerencia del gobierno en la
administración de justicia. Prueba de ello, los altos mandos del Ministerio de
Gobierno están presos junto a un fiscal de distrito de Santa Cruz.
Pese a estos reveladores datos, la ministra de
Transparencia Institucional y Lucha Contra la Corrupción, Nardi Suxo, intenta
tapar el sol con un dedo restando importancia a este alarmante estudio
internacional. Siendo que su función es luchar contra este flagelo, la ministra de Evo Morales dijo que este informe
es "sólo es una opinión más".
Aseguró que Bolivia está vinculada a convenios
específicos para promover la transparencia institucional tanto a nivel de las
Naciones Unidas como en la región latinoamericana. ¿Pero esto de qué sirve?, si
cada día vemos funcionarios de gobierno corruptos que solo se dedican a
extorsionar a ciudadanos en cuanta situación pueden. Y ni qué hablar de los
operadores de justicia, que no mueven un papel sin que un papel monetario
llegue a sus bolsillos.
La ministra de Evo Morales intentó excusarse
señalando que desde 2007 hubo 81 sentencias condenatorias de funcionarios
públicos por corruptelas y que el Estado fue resarcido por valor de 120 millones
de dólares por daños económicos sufridos. Una cifra ínfima. Por qué no dice
nada de las más de 3.500 denuncias de corrupción existentes en los estrados.
Tampoco habla de las centenares de denuncias contra los atropellos a los
derechos humanos; ni de los miles de procesos de retardación de justicia por la
incapacidad de los funcionarios que solo se dedican a extorsionar.
Sin duda alguna que además del narcotráfico y la
injerencia gubernamental en la justicia, la corrupción en el gobierno de Evo
Morales es lo que más avergüenza a los bolivianos. Así lo reflejó una encuesta
aplicada por Captura Consulting en las nueve ciudades capitales más El Alto,
respecto a la coyuntura política, económica y social que atraviesa el país, que
fue publicada por un medio de comunicación impreso.
A la pregunta de cuál es el principal problema de
Bolivia, un 28% de los encuestados apuntó a la corrupción, mientras que un 16%
identificó al narcotráfico, seguido de un 14% que mencionó el desempleo y a la
administración de justicia.
Con mayor contundencia indicaron que la corrupción
y el narcotráfico son las principales causas por las que los bolivianos sienten
vergüenza, con un 54 y 53%, respectivamente.
Los tarijeños (39%) son los que destacan en primer
puesto a la corrupción como uno de los grandes problemas. Mientras que los
cruceños (26%) dan mayor porcentaje al narcotráfico, y los potosinos al
desempleo.
La persecución política la mencionan con más fuerza
en Cobija (11%), donde en 2008 sucedió el enfrentamiento de Porvenir, que dejó
muertos, heridos, detenidos y otros solicitaron refugio en Brasil. Y lo peor
del caso es que los verdaderos culpables se campean libremente por las calles,
y además ocupan cargos públicos en la gestión del MAS.
Lo mismo sucede con el caso de supuesto terrorismo.
Pese a que organismos internacionales, como el propio Parlamento Europeo, se
han manifestado contra el irregular proceso investigativo que lleva adelante el
MAS, con denuncias de corrupción, extorsión, ejecuciones, implantación de
pruebas y acusaciones infundadas, el gobierno hace oídos sordos a la comunidad
internacional y no permite una investigación imparcial que esclarezca esta
situación, que tiene a más de una treintena de ciudadanos detenidos ilegalmente
sin sentencia por más de tres años, y a decenas de refugiados, perseguidos y
exiliados políticos fuera del país y lejos de sus familias.
Hasta que no se fijen metas claras para eliminar
este flagelo de la corrupción y los bolivianos luchemos verdaderamente desde
todos los estrados, la vergüenza de la corrupción la seguiremos llevando en
nuestras espaldas. Porque la corrupción existe, y existe en todos lados –hasta
en la sopa-, pero es un mal que con conciencia ciudadana y verdaderos líderes y
gobernantes honestos, se puede enmendar. La solución está en nuestras manos.
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