Plácido Molina Saucedo
Parábolas son
narraciones cortas que asocian y personifican a criaturas humanas con
hechos, conteniendo profundas moralejas y enseñanzas.
La parábola
que les relataré tiene como título "Oír lo que no se oye",
habla de la historia de un joven príncipe, en el siglo III; él tenia que ser el
sucesor de su padre, el emperador, y fue enviado por su maestro al
bosque, lugar donde se encontraba la sabiduría y la grandeza en ese reino, para
pasar la ultima prueba para llegar a ser emperador; era necesario que aprenda
oír todos los sonidos posibles de la selva, para poder comprender a los demás
hombres de su reino.
El príncipe volvió
al cabo de un tiempo en la selva y relató lo que había escuchado, sobre
el cantar de las aves, el chirrido de las hojas, el zumbido de las abejas, el
rugido de las fieras, el rumor de la hierba, el susurro y el grito del viento y
muchos otros sonidos que logro percibir.
Cuando termina su
relato, el maestro le dijo que volviera nuevamente al bosque, para percibir que
más podía oír. El príncipe reclamo malhumorado por que según
él ya había distinguido todos los sonidos posibles de la selva. De todos modos
el príncipe tuvo que volver al bosque, para cumplir el mandato de su maestro de
continuar escuchando. Lo hizo nuevamente durante días y noches que para el
fueron días y noches sin fin, sin lograr oír nada nuevo.
Hasta que un día
sentado en silencio, debajo de los arboles empezó a distinguir unos sonidos
débiles diferentes de los que siempre había oído. Al grado que, cuando
con mas atención escuchaba, mas claro los percibía, reflexionando "estos
deben ser los sonidos que el maestro deseaba que distinguiera" medito en
su silencio. El príncipe después de esa experiencia nueva y
renovadora, volvió al templo y se dirigió al maestro y le
dijo: "cuando escuché con mas atención, pude oír lo que no se oye, como es
el sonido de las flores al abrir sus pétalos, escuche el sonido del sol
calentando la tierra y acariciando la piel, así como escuche el sonido de
la hierba bebiendo el rocío de la mañana".
Oír lo que no se oye
- observo el maestro - es una disciplina necesaria para ser buen gobernante, para ser un buen ciudadano, por que aquel que aprendió a
escuchar a todos, a escuchar sus sentimientos no comunicados, las penas no
expresadas y las quejas no proferidas, puede inspirar confianza cuando
algo esta mal, logrando satisfacer sus verdaderas necesidades.
Aturdidos por la
resonancia de lo que no tiene valor que solo son retumbos de otros ruidos
inspirados en la vanidad, tenemos muy poca disposición por escuchar "lo
que no se oye".
Estamos
acostumbrándonos a escuchar solo ruidos estridentes, no atendiendo a aquellos
que no pueden manifestarse por que no se les es permitido.
Esto de saber escuchar
nos hace bien y nos hace falta a todos, muchas veces vemos su carencia en
nuestro país, en nuestro entorno. Escuchar lo que no se oye también debemos
aplicarlo de manera cotidiana, para lograr captar verdaderos sentimiento,
sobre todo de aquellos que sufren de injusticias y soportan con desazón
angustias que atormenta sus vidas y a sus familias, principalmente a los 39 injustamente acusados en
el supuesto Caso Terrorismo. Amen.
Los cruceños hemos dejado de escuchar muchas cosas, que si no reaccionamos a tiempo estaremos como los cubanos teniendo que aguantar a un régimen totalitario hasta que nos empobrezcan a todos.
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